CONCEPTO DE SER VIVO.

 Si es objeto de estudio de la Biología son los seres vivos es lógico que comencemos por

tratar de definir dicho objeto de estudio. Se suele definir un ser vivo como aquel que tiene una

estructura compleja, se nutre, se relaciona y se reproduce. Sin embargo las definiciones breves

como ésta suelen ser imprecisas y es preferible aproximarse al concepto de ser vivo

identificando una a una sus propiedades más sobresalientes. Esto es lo que haremos a

continuación.

Los seres vivos están integrados por moléculas inanimadas. La ciencia moderna ha

descartado o, mejor dicho, no considera dentro de su ámbito, la vieja doctrina vitalista, que

sostenía que los seres vivos estaban dotados de una misteriosa "fuerza vital" de naturaleza no

material (y por lo tanto espiritual) que les comunicaba el atributo de la vida. Cuando se

examinan aisladamente las moléculas que forman parte de la materia viva, estas moléculas se

ajustan a todas las leyes físicas y químicas que rigen el comportamiento de la materia inerte. Sin

embargo, los organismos vivos poseen, además, unos atributos extraordinarios que no exhiben

las simples acumulaciones de materia inanimada (por ejemplo las rocas o los océanos) y que

resultan de la mutua interacción entre sus moléculas constituyentes. Examinemos ahora algunas

de estas propiedades.

El atributo más sobresaliente de los seres vivos es, quizá, su complejidad y su alto

grado de organización. Poseen estructuras internas intrincadas que contienen muchas clases de

moléculas complejas. Se presentan, además, en una gran variedad de especies diferentes. Por el

contrario, la materia inanimada de su entorno (el agua, el suelo, las rocas) está habitualmente

constituida por mezclas fortuitas de compuestos químicos sencillos de escasa organización

estructural. Si analizamos internamente al ser vivo más simple (un virus) comprobaríamos que

presenta un grado de organización interna y una complejidad muy superior a la del mineral más

complejo (pongamos por caso un feldespato).

En segundo lugar, cada una de las partes componentes de los seres vivos cumple un

propósito o función específicos. Esto es cierto no sólo en lo referente a estructuras visibles

(alas, ojos, flores, etc.) como a estructuras microscópicas (el núcleo o la membrana celular) o

submicroscópicas (proteínas, azúcares, lípidos, etc.). En los organismos vivos es completamente

legítimo (tiene sentido) preguntarse cuál es la función de una molécula determinada. En cambio,

carece de sentido plantear dicha pregunta en relación con la materia inerte. No parecería lógico

preguntarse cuál es la función del cuarzo en una roca granítica.

En tercer lugar, los organismos vivos presentan la capacidad de extraer y transformar la

energía de su entorno a partir de materias primas sencillas, y de emplearla para edificar y

mantener sus propias e intrincadas estructuras. A esta capacidad es a lo que llamamos nutrición.

La materia inanimada no posee esta capacidad; de hecho, habitualmente se degrada a un estado

más desordenado cuando absorbe energía externa, ya sea en forma de luz o de calor.

En cuarto lugar, los organismos vivos presentan la capacidad de recibir estímulos del

exterior y de elaborar una respuesta ante los mismos, lo que llamamos función de relación. La

materia inerte es incapaz de recibir estímulos y reaccionar ante ellos. A nadie se le ocurriría

pensar que si golpea una roca con un martillo ésta va a "percibir" el golpe y mucho menos que

va a "reaccionar" de alguna manera frente a él.

Pero el atributo más extraordinario de los seres vivos consiste es su capacidad de

producir réplicas exactas de sí mismos, es decir, de dar lugar a otros organismos de

características semejantes a ellos. Esta propiedad, la reproducción, puede considerarse la

verdadera quintaesencia de la vida, ya que todos los demás atributos de los organismos vivos

que hemos analizado tienen como objetivo último el de transmitir las características propias a

otros organismos descendientes. En la materia inanimada no nos resulta familiar nada parecido:

las rocas no dan lugar a otras rocas con la misma forma, tamaño y estructura interna, sino que,

en ocasiones, simplemente se rompen en fragmentos de forma y tamaño aleatorios.